Las pupilas chirrían y crujen
cuando los sueños se hacen añicos.
Todas tus expectativas se queman
en una gran hoguera.
Nadie te avisa.
Solo sucede y punto.
Eres la testigo más atónita de toda la sala.
Y mientras, la brisa continua acariciándote las mejillas
y huele a tormenta pasajera.

Perlo tenlo presente:

La tormenta es solo pasajera. 

CAPÍTULO 3. LA INMERSIÓN. La tormenta es solo PASAJERA. 

Cuando llueve a cántaros no hay manera de ver el cielo claro. El horizonte es un cúmulo de nubes densas y negras. Puedes intentar atravesarlas con la mirada pero no vas a poder ver más allá porque estás en el epicentro de la tormenta.

Existen mil manuales que te explican cómo salir de la tormenta pero lo que no te dicen es cómo vivir en la tormenta. Porque la mayoría de las veces, el temporal no depende de ti si no de circunstancias externas a ti. Y por mucho que quieras que la inmersión pase rápido, solo te queda aceptar que estás en ella. Me parece jodidamente perverso intentar huir del temporal cuando todo apunta a que lo tienes encima, te pongas como te pongas.

Deja de escudarte haciendo como que no pasa nada.
Deja de intentar escapar de todo lo que sientes,
aunque sea una mierda.
La sombra también forma parte de ti,
aunque te sepa a rayos.
Disney nos ha hecho mucho daño.
No sabe de fracasos ni de vidas truncadas.
Éstas también son parte de nuestra existencia.
Asume tu máxima intensidad.
Porque no eres intensa,
es que eres de carne y hueso.

Y luego, mírate de frente y repite:
esto no es eterno,
es solo pasajero.
La maldita tormenta vino un día y se irá cualquier otro.
Pero antes, tómala entera. Porque si lo haces,
se abre un espacio para acomodarte en lo que incomoda.
Te conviertes en maestra de tu dolor.
Este pasaje, el que tiene un tiempo y un espacio acotados,
tiene fin. Aunque ahora no lo veas.

Pero antes de despedirme quiero desvelarte algo:

El primer código de la inmersión: 

Acepta que duele y di:

Sí, me duele y sí, sé que es pasajero. 

Te amo infinitamente,