Bajar a las profundidades

No hacer pie

intuir la escala de grises, reconocer que también existen 

y luego viene el fundido a negro. 

Te sumerges muy adentro. 

Hay una placa de hielo justo en la superficie que no te deja sacar la cabeza y respirar. 

¿Es así o lo parece?

 

Descuida no te ahogas

Es solo una sensación.

Joder con la sensación, pues parece real. Oye, ¿Estás segura de que estás tocando fondo?

 

Temporada 3. La inmersión. 

 

Da igual intentar explicar algo que es intangible. A veces, simplemente, no hay palabras. Y si las hay, parece una ironía del destino, porque éstas a veces se quedan planas. Ni siquiera llegan a rozar la profundidad de la vivencia. Qué rabia, toda la vida intentando resumirlo, y cuando llega el momento, bah, no se puede, solo puedes tirar de cuatro metáforas y algún ejemplo mitológico. 

 

Alicia no sabía que se metía en una movida gordísima cuando entró en aquél árbol. 

Menudo viaje iniciático. Una sacudida, unas persecuciones arriba y abajo y Alicia nunca vuelve a ser la misma. Pero ojo, que en su periplo, parece estar soñando, ¿cierto?

O al menos si no soñando, parece estar en otra dimensión alejada de la realidad. Una en la que los mejores sueños y las peores pesadillas también son posibles. 

 

¿Es la inmersión en realidad una sanación? ¿Te sacude para bien? ¿Es cierto eso?
No tengo la menor idea. En los cuentos parece que todo el mundo aprende la lección. Y digo yo, ¿acaso hay una lección que aprender en la inmersión? ¿Y por qué el formato ‘inmersión’ parece ser el único posible para salir renovada o madurada o como una mejor versión de ti? 

 

De verdad, qué ganas de sufrir y meternos cañita de la buena para justificar que hemos sido mejores porque parece que hemos superado pruebas TITÁNICAS. 

 

Y aunque me disguste reconocerlo, la inmersión te escoge delicadamente, hunde sus dedos vigorosos en tus hombros y lo que parecía ser suelo firme, éste se derrite bajo tus pies para entrar directa en otras coordenadas espacio-temporales. Allí hay otro código, otro contexto, otros personajes, incluso tú misma has cambiado de rol. Y la inmersión llega prácticamente sin avisar, la tía es que ni pide permiso. Ni siquiera lo preventivo le acojona. No hay políticas preventivas para la inmersión. Es casi como un tornado, qué digo tornado, como un tsunami. Luego intenta recomponer las piezas tras la inmersión. Menudo jaleo. No hay instrucciones, no hay nunca un maldito manual. ¿Serán las religiones eso?

 

A lo que iba, si estás aquí es porque sabes de sobra cómo se siente y a qué sabe tu propia inmersión. Pero la novedad no va por estos tiros. De eso todas ya sabemos bastante, algunas más que otras. 

Lo que quiero aportar sobre la inmersión es: SU CÓDIGO. ¿Cómo habla la inmersión? ¿Qué cosas te repite hasta la saciedad? Quiero saber cómo gesticula, qué muecas hace, como abraza, como tirita frío y cómo se relaciona con nosotras. 

 

Una inmersión y su código nos hace más fuertes a pesar de seguir siendo vulnerables. 

La inmersión tiene un idioma propio, una idiosincrasia muy currada, y a veces es tan jodidamente escurridiza por los recovecos de la mente que asusta. Pero esta vez sí, vamos a desvelarla. Vamos a quitarle la máscara. 

 

Bienvenida a la tercera temporada. Gracias por formar parte de todo esto. 

Te amo infinitamente,