Tenía ganas de pasarme por el blog otra semana. Después del descanso del verano, no sé porqué pero me lo paso bastante bien escribiéndote.

Como sabes, estoy con el tema de la no iluminación de un modo ya casi rozando lo obsesivo. Después del libro «Confesiones de una no iluminada» y el Club de las no iluminadas fundado con mi querida Gemma Pinilla, hoy quiero entrar más en profundidad en el concepto.

Hace bastante tiempo descubrí a uno de mis autores preferidos de espiritualidad y crecimiento personal, Jeff Foster, él habla muy clarito sobre la no iluminación.
Y sería algo sí como dejarse de mantras espirituales donde hay que alcanzar un estado de plenitud y perfección emocional ecuánime, incorrupto y equilibrado. Esta apología de lo balanceado, de estar en el centro de una misma, de esperar continuamente estar contenta y motivada 24/7 es una de las chorradas (ahora lo veo así) más tiranas que nos han vendido y que nos hemos querido tragar a la fuerza.

Fíjate que si te exiges estar alegre, si te obligas a ser siempre la más top en el curro, con las amigas, con tu pareja, con tu familia, estás automáticamente dejando de atenderte. Estás forzando de un modo consciente e inconsciente (eso ya depende de cada una) a no llorar nunca, aunque eso se convierta en unos ataques de pánico terribles, o aunque derive en rabia, o incluso en somatización, con dolores de espalda, de cuello, de lumbares, ¡de lo que sea!

Este mecanismo psicológico genera tal tensión que una se vuelve muy despreciativa con los estados anímicos más bajos y eso genera aún más mayor miedo y mayor tristeza, porque te exiges continuamente sentirte bien y sentirlo a toda costa.
Lo explico más en detalle en esta conferencia impartí en Mindalia Tv.

Pues te vengo a contar esto porque la no iluminación sostiene la idea de que hemos de aprender a tolerar y a aceptar las horas más bajas, creo sinceramente que es ahí donde está la capacidad de hacer espacio a la tolerancia, primero hacia una misma y luego hacia los demás.

Estoy bastante cansada de mantras de «sé feliz», «hoy es un gran día», venga, alegra esa cara. Pues oye, puede que hoy no tenga ganas de ser feliz y de tener un gran día, y no pasa nada porque posiblemente esté lidiando con dudas, con indecisiones, con algún traumita que otro, con una separación, con problemas económicos, con alguna desilusión, e incluso con un cáncer. Y por lo que respecta a esto último, «Sonríe o muere» es una de las obras de la escritora Barbara Ehrenreich donde explica muy claro que ella pasó por un cáncer y que el mensaje que le daba todo el mundo es que no tenía derecho a estar de bajón, cosa que la «embajonaba» más todavía.

Pues eso es un poco lo que defiendo, no digo que tengamos que quedarnos a vivir ahí, me considero una persona vital y entusiasta, animo a la gente a ser honesta consigo misma, por eso el mensaje más coherente es que eres humana, que todo son ciclos y que a veces estar en la cresta de la ola emocionalmente y todo el rato es pedir peras al olmo.

Esto nos abruma intensamente porque para las que somos muy sensibles nos toca la moral. Pero parece ser que se trata de manejar esa sensibilidad, que paradójicamente está llena de luz y de sombra a partes iguales. Y eso, que ni la sombra es mala ni la luz es buena, que este mensaje es super simplista y da hasta pereza escucharlo. Pero si puedes mirar la sombra y convivir un poco con ella, creo que tienes bastante del camino adelantado.

Yo seguiré mandándote reflexiones de no iluminada porque sé de sobra que las valoras y que dan bastante paz, como a mi este tema de Apeh Twin.

Un abrazo enorme,