¿Eres de las que nunca acaba nada?

¿No sabes poner punto y final a una formación, a un trabajo o a un proyecto?

¿Eres de las que te reconcome la perfección o en su contrapartida la desidia?

Si es así, el post de hoy te interesa.

*******************************************************************************

Las que somos de culo inquieto nos cuesta la vida acabar las cosas y ponerles el broche de oro. Parece que disfrutamos en eternizar el proceso, en alargarlo hasta la eternidad y aunque cada una tiene sus motivos particulares, siempre hay otros que están en la base.

Hoy quiero repasarlas contigo a ver cómo te resuenan y cómo puedes entrenarte para verlo cuanto antes para saber si acabar o no acabar te hace bien o te hace daño.

1-Miedo a pasar a la siguiente fase

El doctorado de filosofía se me atragantó de tal manera que no pude acabar nunca la tesis. Lo dejé en standby un tiempo y al volver a retomarlo, no tenía las fuerzas ni las ganas para hacerlo. Se me enquistó muy adentro. Ya no me vibraba el tema del cine y el psicoanálisis y mi urgencia era otra.

Cuando no puedes acabar un proyecto o un trabajo que aunque te mole se te hace bola en algún punto, detrás hay un miedo atroz a cerrar un ciclo y abrir otro. Somos seres de costumbres y hábitos y empezar nuevos nos cuesta la vida. Ser consciente de ello te deja un profundo alivio. Reconocerlo es un paso grande. Pero claro, luego hay que actuar en consecuencia. Hace falta mucho valor para poner punto y final a algo que ya no te llena, sea lo que sea. Cuando las cosas dejan de tener sentido para una, mejor es empezar de cero aunque te cueste la vida.

Con esto no te digo que esté bien o mal no acabar y completar el proceso que iniciaste. Puede que con un poco tuvieras suficiente para valorar que eso no iba contigo. Pero el truco está en saber diferenciar si lo que acabas te llevará a un puerto mucho más interesante del que ahora tienes entre manos. Identificar eso, es un arte y se desarrolla con el tiempo.

2- La archienemiga, la estúpida perfección. 

Con la tesis todo eran dudas. Si escogía a Stantley Cavell para analizar las pelis de Cassavetes, lo que yo fuera a decir después de él me parecía la chorrada más grande del planeta. Y luego si lo hacía por mi cuenta, buscando yo sola la bibliografía, se me hacía una montaña difícil de interpretar.

Mi ansia de perfección imposibilitó que me doctorase en filosofía. Años atrás me dejé vencer por la necesidad de que se me reconociese algo grandioso y perfectamente desarrollado. Mi pequeña autoestima necesitaba la aprobación de mis profesores y en aquella época la autoridad todavía tenía efectos debilitadores en mi sistema inmune. Lo de temblar era día sí y día también.

La necesidad de rendir culto a la idea que tienes en tu mente de algo perfecto puede llegar a asfixiarte de tal manera que te impida desarrollar casi cualquier cosa con paz. Ser perfeccionista, no está mal, siempre que no llegues al absurdo y entres en parálisis por análisis.

Ahora veo con claridad que más vale algo hecho, que algo perfecto. Primero porque algo hecho es algo aterrizado en la materia, sea cual sea su contenido y su forma y es solo así como aprendemos para mejorar; y segundo porque algo perfecto es, permítame el chasco, inexistente. Algo perfecto da risa y además es el engaño más grande al que nos podemos someter.

3- Aburrimierda: dícese de la que aún aburriéndose, se queda. 

Yo soy la primera en aburrirme con facilidad. Cuando le cojo el truco al asunto y a mi mente no se le desafía por ninguna parte, de repente, PLOF, pierdo el interés. Casi como un globo de helio que te compras en la feria con toda la ilusión y a los tres días, lo ves abandonado por casa, con el dibujo descolorido y completamente deshinchado.

Y así vamos, buscando estímulos sin parar, desafío nuevos, retos que nos hagan sentir vivas y si nos dan más de lo mismo, pasamos página esperando encontrar el juguete nuevo.

Pero lo de hoy no es un alegato a obligarte a acabar nada. Porque quien se aburre y se queda es una aburrimierda, pero ¿qué pasaría si te dijera que en realidad puede que no te estés aburriendo?

¿Cómo sabes diferenciar si te aburres o crees aburrirte?

Este tema ya me da para otro post. Me lo anoto como pendiente.

Mientras me encantará leerte de vuelta para saber dónde te sientes más reflejada.

Te mando un abrazo inmenso,

,