Nos casamos con ser así o ser asá, nos casamos con caer bien, nos casamos con la idea de ser feliz, incluso nos casamos con una vocación, de hecho si te fijas, nos casamos todo el tiempo olvidando de que estamos cambiando a cada instante, ¿y qué sentido tiene?

¿Por qué me tendría que comprometer con algo que va a cambiar?
¿Por qué no aprendemos a soltar lo que deja de tener sentido y ya no funciona?

La Alba de hace diez años se prometió a sí misma ser una periodista de éxito en una cadena de televisión, y ahora veo que esa promesa dejó de tener sentido. Se puede decir que me casé y me divorcié. Y cuando aprendí a soltar, la vida me dió la oportunidad de volver a elegir qué quería hacer.

Puedes tener una o varias vocaciones a lo largo de tu vida, y no tienes por qué casarte con una sobre todo si ésta ha dejado de tener sentido para ti.

Tal vez, nos haría más falta casarnos no con una vocación para toda la vida, si no con el valor de dejarnos llevar por las vocaciones que nos tomaran a lo largo de nuestra vida. Y también, como no, con el valor de querer mirar adentro sin temor, sabiendo que allí encontraras la respuesta a tus preguntas.

Y aquí me tienes, dejándome tomar por la vida y haciendo estos vídeos con lo que jamás me hubiera casado hace diez años. Así que, ¿qué mas da? ¿qué sentido tiene casarse con una idea, con una vocación, con un proyecto para toda la vida si siempre estamos cambiando?

Aquí te dejo mi segunda vídeoidea. Dale al play y disfruta.

 

Y tú, ¿ya has conectado con tu vocación o vocaciones? Como siempre, me encantará leerte en los comentarios.

Un abrazo enorme,