Pide un deseo.
Estamos en 2020, es un nuevo año de una nueva década.
Pide un deseo y sopla tu vela de cumpleaños, empiezas una nueva vuelta al Sol.
Y tu mente visualiza un escenario lejano e idealizado donde todo parece tener sentido y estar en perfecta armonía y en coherencia.

Pide un deseo, lánzalo al cielo, mantén tu ilusión muy alta, esta vez puede que se cumpla.

La vecina rubia pide deseos a las 11.11 y toda su comunidad comparte los stories pidiendo su deseo. Muchos relacionados con la salud. Se me rompe el alma.

El libro El Secreto dice que si pides tus deseos con fe, se cumplen. Y algo se marchita muy adentro.

Y me gustaría unirme a este movimiento. De hecho, antes era adicta a él. Pero mi frustración iba en aumento a cada deseo imaginado y no cumplido. Ahora me gustaría desear algo diferente a lo que no tengo, de hecho soy especialista en hacerlo pero, sin saber por qué, algo me martiriza cuando lo hago.

No es culpabilidad. No es desilusión, no es incredulidad. No, no es nada de todo eso.

Es saber que cuando deseas algo te estás alejando de ti misma y lo que eres en este instante. Es un desprecio por lo que ahora sucede. Por eso, me duele tanto desear, porque ahora sé que desear es una forma de humillación al presente, al regalo que en este instante sucede y en última instancia, es una negación a la vida que hila ahora tus palabras, tus respiraciones y tus suspiros.

CAPÍTULO 11  LA INMERSIÓN. ¿Si deseo me alejo de mí?

 No digo que sea malo desear. No lo es. Creo que no nos hace bien desear desde un lugar de negación a lo que ocurre ahora.

Desear tener un cuerpo más bonito; desear conseguir aquél trabajo soñado; desear ser más simpática, menos negativa, más constante, menos alarmista, más paciente, menos tiquismiquis. Más, menos, más menos. Más, menos.

Con cada más intentas ajustar el reloj a la hora que querrías que fuese.
Con cada menos, te lanzas una bofetada por no cumplir con esa expectativa exigente.
Con cada más, esperas a que llegue un día esperado, pero te olvidas del día de hoy. Con cada menos, te escupes frente al espejo.

El filósofo Deleuze dice que somos seres deseantes y que de ahí nace todo. El capitalismo pilló muy bien que estos deseos están hechos de carencias y de un profundo rechazo al presente. Consumimos deseos que luego nos dejan huecas.

No me gusta desear cosas que insultan lo que ahora soy. No es que sea inmovilista, es que prefiero descubrir lo grandioso que se esconde en este instante. Y aceptarlo, y acariciarlo y decirle, gracias, tu también formas parte de mí. Y con eso me basta.

Me basta con saber que mis deseos a veces no son los adecuados.
Me basta con saber que cuando deseo quiero escaparme de mí misma hacia otro lugar, hacia otra vida, es una escapada hacia lo que no existe.
Me basta con saber que mis deseos puede que no sean lo mejor para mí.
Me basta con saber que la vida me provee sin que yo necesite desear para sentirme viva y esperanzada. 
 El noveno código de la Inmersión

No escapes a través de tus deseos. Quédate aquí, honrando lo que ya eres.

Te amo infinitamente,