No, ya no me da miedo hacer el ridículo,
ni me asusta perder el hilo de lo que digo.
Me da igual que me etiquetes como una parlanchina desfasada.
Y que me mires con pena o quién sabe, con envidia.
Me da absolutamente igual.

Porque tengo la honestidad de mi palabra,
el jugo de la espontaneidad de mi voz,
la autenticidad de lo transparente en mi garganta.
Los pajarracos locos en mi cabeza. La sangre caliente y las manos frías.

Tengo la prisa en el habla, la conciencia de ir lento, una vela que tintinea cuando hablo con el corazón y la mirada justa frente a tu rostro.

Tengo desvergüenza, y tengo desparpajo, y no lo conseguí de un día para otro. He de reconocerlo. Lo conseguí mordiendo el miedo, untándome de su saliva y asustándome mucho de mi propia voz.

Pero lo conseguí, al final, lo conseguí. Y ahora es tu turno. Porque merece la vida comunicar con honestidad y calarte hasta los huesos cuando vibras verdad de la buena.

CAPÍTULO 13  LA INMERSIÓNLa autenticidad de tu voz.

Estoy hasta el moño de ver videos en Instagram super falsos. Se nota que cuando hablan no hay verdad.
Prefiero que sean asertivamente macarras a que sean autocompasivamente flácidos. Siempre pienso, ¿Qué intentan ocultar?

Prefiero seriedad cuando toca hablar de heridas que duelen, que no una sonrisa de aquí no pasa nada.
Prefiero una carcajada y que se queden sin voz cuando toca reírse como la que más porque acaban de decir una auténtica chorrada super divertida.

No lo puedo evitar, prefiero la frescura, la honestidad y lo verdadero.

Comunicar no es sencillo porque es un ejercicio potente de mirar adentro y soltarlo sin previo aviso. No hablo de sincericidio, y menos aún si alguien no te ha pedido su opinión. Me refiero a acompasar tu voz con tu mente y tu corazón. A no ir dando circunloquios sin sentido que marean a medio mundo. A ser directa, ir al grano, no permitirte perderte en enredos que tu propia mente teje para intentar quedar bien.

Esto lo aplico a mis ponencias. Y las reacciones son diversas. A nadie le es indiferente lo verdadero. A nadie. ¿Estás dispuesta a asumir esto?

¿Cuándo te olvidaste de tu naturalidad? ¿Cuándo empezaste a poner barreras para aparentar? ¿Cuándo decidiste que era mejor no mostrarte tal y como eres?

En los videos que subo a veces salgo enfadada, porque el tema me enfada, obvio, otras salgo relajada, porque el tema me relaja; en otras ocasiones no puedo parar de reír porque solo digo chorradas. Pero me permito ser yo misma y mostrarme sin tapujos.

No me da miedo la paleta emocional de mi voz. De hecho la uso para reafirmarme.
Improviso con muy poco y me da libertad de expresión.

Quiero que tú también descubras qué se siente al ser tú misma hablándole a los demás, y que no te importe el formato, que te dé lo mismo estar en un teatro, que en una charla en un aula o en un directo en redes sociales.

Te cuento todo esto porque el curso de oratoria emocional está funcionando muy bien entre mis clientes y veo progresos maravillosos. Hay personas que ya han dado charlas frente a cientos de personas y se han permitido ser ellas mismas. Y no hay nada más sagrado que dar el paso y abrir un canal auténtico con tu público.

Si crees que puedes formarte conmigo, estaré encantada de darte más detalles de la formación en oratoria emocional. Mientras te dejo el siguiente código de la Inmersión:

 El onceavo código de la Inmersión

Descubre la autenticidad de tu voz y comúnicasela al mundo. 

Te amo infinitamente,

PD: Hoy me ha inspirado para escribir la Veryletter esta melodía de meditación mañanera 
pero sobre todo, esta entrevista maravillosa a la africana Sobonfú Somé